De un sindicalismo magisterial
“democrático” con una función en la vida social, promotor de la justicia y la
conciencia social de los maestros, a uno que suscita solamente el caos en pos
de sus intereses económicos personales y del poder político, hay una gran
diferencia.
El sindicalismo de los líderes
“democráticos” es de estos últimos. No le importa trastornar al sector
educativo si esto favorece sus objetivos. No le preocupa dañar con sus excesos
a sectores como el turístico, que es
fuente de muchos empleos. Ni le ocasiona rubor alguno generar contratiempos a
miles de habitantes de la ciudad.
Es incomprensible el
comportamiento de los maestros que convierten sus peticiones y protestas en
contra del gobierno, en una serie de ataques a los ciudadanos comunes.
Todos se preguntan: ¿qué tiene que ver el
moreliano común y corriente con los oscuros intereses de los lideres de la
sección XVIII y por qué ese continuo
atropello a nuestros derechos de terceros.