En la administración pública siempre hay un cúmulo de
problemas importantes que atender, algunos
políticos se achican al enfrentarse a ellos y otros se agigantan ante el reto,
según su temple. Felipe Calderón, al finalizar su quinto año de gobierno, ya
podría ser considerado entre los que se crecen ante las dificultades y para
ello bastaría analizar, cuantos y cuan complejos problemas ha tenido que
resolver.
Desde luego, mucho le ayuda su
sólida preparación académica. Por lo que sería casi imposible llegar a ver a un
Felipe Calderón a merced de los periodistas, ridiculizado por no tener
conocimientos suficientes para citar tres libros que le hayan marcado en la
vida, como le sucedió a Peña Nieto.
Cuestionado mil veces por los
medios de comunicación respecto a la “estrategia” utilizada para combatir al
crimen, mil veces ha respondido que el problema central radica en el crimen
organizado mismo, más que en la estrategia. Y que el problema urgente era
atacarlo, -cosa que él ha hecho sin reparar en riesgos personales-. Obviamente Felipe
Calderón es un político valiente.
Estos cinco años también han
sido de odios, insidias, calumnias y
mentiras descomunales, por parte de quienes no lograron ganar la Presidencia de
la República en el 2006. La mayor mentira que se inventó fue que López Obrador
era el “Presidente legítimo”, contrariamente a la afirmación de las autoridades
electorales, los medios de comunicación,
observadores de todo tipo y nacionalidad, representantes de los propios
partidos y quien sabe cuantos más. A la mentira le siguió el sabotaje continuo
al gobierno y con él a México. Y la actitud del Presidente Calderón ha sido la
de un demócrata, de respeto absoluto a sus detractores.
Un grupo de activistas denunció ante la Corte Internacional
al Gobierno Federal y al Presidente
Calderón por supuestos crímenes de lesa humanidad. Se trata de un documento sin
pies ni cabeza, que busca fijar la idea de que la violencia la propicia el gobierno
y justificar indirectamente los crímenes de los narcotraficantes. Esto, y atribuir
al Presidente la responsabilidad por la muerte de 50,000 personas, es una
calumnia que no convence a nadie que tenga un mínimo de inteligencia; Felipe Calderón
ha demostrado ser un hombre que respeta la ley, muy lejos está de ser un asesino.
Por último, en lo referente a la crisis económica
mundial, donde la izquierda
recalcitrante pretendía culpar de incompetencia al gobierno, a toro pasado
se ha comprobado que se supo manejar la
situación de tal forma que la economía mexicana resultó muy protegida, a
diferencia de otros países.