El crimen organizado no se
contentará con corromper a unos cuantos jóvenes, sus maquinaciones son más audaces
y no se detendrá hasta conseguir el envilecimiento y la esclavitud de toda la
juventud. Para lograrlo echará mano de todo. Suena exagerado, pero es el mayor
peligro que corre la sociedad.
“Morelia, libérate”, es un
llamado a los morelianos para que cierren filas y se opongan pacíficamente a
todo tipo de excesos y abusos del crimen organizado. Sólo así, Morelia podrá
quedar limpia de delincuentes y el moreliano, libre de hacer lo apropiado para mejorar
a su familia, su comunidad y a si mismo.
Esta transformación puede realizarse
si los que comparten ideales, dan muestra de enjundia, toman la iniciativa y se
convierten en dirigentes de los demás. Sin olvidar que nuestro mundo necesita
dirigentes no jefes, dirigentes no patrones, dirigentes no mandamases,
dirigentes no falsos líderes.
Tenemos que caer en cuenta
que, en el caso del crimen organizado, como en el de otras manifestaciones de
la crisis de valores que vivimos, al menos una parte de la respuesta a los
problemas depende de cada uno de nosotros como individuos activos de la
sociedad.
Así las cosas, pareciera que
Dios nos quiere otorgar calidad de dirigentes y encomendarnos participar también
en otras grandes misiones como anular las peligrosas tendencias modernas: al
crimen, a la decadencia moral, a la distancia siempre mayor entre ricos y
pobres, a la irreligiosidad y al rompimiento de los lazos de la vida matrimonial y familiar.