Este tiempo de cuaresma nos
invita a mirar lo que está mal dentro de nosotros mismos y a esperar que Dios
nos renueve con espíritu firme.
Pequé, Señor; mas no porque he
pecado
de tu amor y clemencia me
despido;
temo, según mis culpas, ser
perdido,
y espero en tu bondad ser
perdonado.
Recélome, según me has
esperado,
ser por mi ingratitud
aborrecido,
y hace mi pecado más crecido
el ser tan digno Tú de ser
amado.
Si no fuera por Ti, de mí,
¿qué fuera?
Y a mí mismo de mí, ¿quién me
librara
si tu gracia la mano no me
diera?
Mas ¡ay! A no ser yo, ¿quién
no te amara?
Y si no fueras Tú, ¿quién me
sufriera?
Y a Ti, sin Ti, mi Dios,
¿quién me llevara?
(Soneto de Luis de Góngora)